Gilberto Santa Rosa vuelve a enamorar a su público
El concierto de Gilberto Santa Rosa la noche del viernes en el Centro de Bellas Artes (CBA) de San Juan podría describirse como una cita perfecta: buena compañía, excelente música -salsa y merengue para bailar y boleros para el romance- algo de nostalgia y también una conversación interesante con risas incluidas. Así, con un espectáculo bien pensado -que apropiadamente tituló “En buena compañía”-, sin grandiosos elementos de producción pero lleno de emotivos detalles, el Caballero de la Salsa volvió a enamorar a su público. La madurez de su voz, que sonó nítida de principio a fin, una orquesta magistral -dirigida por el trombonista Georgie Torres- y un abarcador repertorio fueron elementos que se sumaron para dejar complacida a la audiencia que disfrutó de su propuesta por dos horas y media. El encuentro dio inicio con los temas “Quién lo diría”, “La agarro bajando” y “Si los hombres han llegado a la luna”, que Santa Rosa interpretó sin pausa antes de darle la bienvenida a su fanaticada. Recordó que se celebraban los 35 años del CBA, donde hizo su debut junto con Luis Enrique en los años 90. “Para ese tiempo eran pocos los salseros que se habían presentado, entre ellos Cheo, Celia Cruz, Rubén Blades, Willie Colón y de momento llegaron estos dos muchachitos… La Junta (directiva del CBA) se preguntaba, ¿y estos dos?”, bromeó el salsero, quien se mostró agradecido por todas las veces que ha cantado en esa sala, “en mi casa”.
Continuó con el tema “Necesito un bolero”, título de su elogiado disco, pero rápido volvió a la salsa con “No me dejes solo”, “Títere” y “Almas gemelas”. En otro cambio de tempo, llegó el primer momento especial de la velada con la buena compañía de Cucco Peña, Hilda Ramos, Dagmar, Juan Vélez y Jesús Muñoz, quienes vocalizaron una hermosa versión a capela de “Apaga la luz”.
El buen paso del “show” se mantuvo con otro segmento salsero que incluyó “Qué manera de quererte” así como un “medley” de canciones que popularizó Santa Rosa cuando se lanzó como solista en 1986, tras su inolvidable paso por la orquesta de Willie Rosario. El artista recordó su debut en el desaparecido club Lomas del Sol, apadrinado por El Gran Combo, con “Sin un amor”, “No me la llames más”, “Tú” y “Tengo una muñeca”.
En otro momento emotivo, le rindió homenaje a Santitos Colón, interpretando los boleros “Niña”, “Horas” y “Usted”, en el que se escuchó la voz del fenecido artista. “Él era una estrella y siempre nos trató como uno igual”, destacó Gilberto sobre quien considera uno de sus ídolos.
El ritmo tropical regresó con “Yo no te pido” y “Vivir sin ella”. La montaña rusa de emociones continuó con “La soledad”, acompañado solo con el susurro de la guitarra del maestro Luis Marín -que también tocó el piano el resto del show- y una versión acústica de la balada “Mentira”.
Después llegó el tradicional saludo que Santa Rosa le hace a sus invitados, soneando mientras el público corea “mira quién llegó, quien está aquí, qué bueno que me vino a ver”. Así le cantó a su esposa, la actriz Alexandra Malagón, al boxeador Miguel Cotto, al cantante Chucho Avellanet, a la actriz Marilyn Pupo y al comediante Otilio Warrington “Bizcocho”, entre otras figuras que se encontraban entre el público.
Entonces apareció otra compañía para Gilberto Santa Rosa: los cantantes de Límite 21, que definitivamente acabaron de prender el escenario. El salsero bromeó con el hecho de que para la década del 90, tanto él como el grupo de merengue amenizaban prácticamente todos los bailes de prom del país. Y dieron paso a un sabroso duelo de salsa y merengue, en el que el anfitrión no aceptó la propuesta de Elvin, Javier y Ramiro para tirarse unos pasitos de baile. El rumbón que formaron acabó con la salsa “Con las manos arriba”, que grabaron juntos, y con toda la audiencia cantando y aplaudiendo de pie.
Para la parte final de espectáculo, Santa Rosa dejó sus éxitos “Conteo regresivo”, “Que alguien me diga”, y “Perdóname”, en el que se lució con su maestría para el soneo en una versión que le dio liga a la muy famosa que hizo de este tema en su concierto del Carnegie Hall, hace 20 años. Se despidió con “Amor mío no te vayas”, mientras el público le rendía una merecida ovación.